Ucrania y el general invierno

Ricardo Israel

Por: Ricardo Israel - 23/01/2023


Compartir:     Share in whatsapp

Ha avanzado lento, se ha demorado, pero está llegando, se trata del hielo y la nieve en reemplazo de la rasputitsa, ese barro otoñal que ya había dificultado el movimiento de tropas y de material rodante. Y como de guerra se trata, no es simplemente el invierno, sino el General Invierno, que, sin llegar a los excesos de Siberia, trae consigo fuertes descensos de temperatura en el Donbas, frio, y una guerra diferente, y como se sabe, en el pasado por sí solo el clima contribuyo a derrotar a Napoleón y a Hitler.

Por cierto, rusos y ucranianos están acostumbrados, pero la guerra no es solo niebla y nieve, sino también dificultades para aprovisionar a las tropas, aumento de la escasez, y mucha artillería por sobre los ataques terrestres, ya que es clave atacar las líneas de suministro y los depósitos de armamentos, para agotar los recursos del enemigo, cuando ya se nota el problema para ambos de municiones insuficientes.

Es en este contexto que adquieren gran importancia los problemas logísticos que ha tenido el invasor como también la constante andanada de misiles disparados desde territorio ruso y para los cuales Ucrania carece de una adecuada defensa. Es el castigo día y noche a la infraestructura de Ucrania, sobre todo, eléctrica y de agua, como también a la población civil.

Mientras escribo esta columna, Soledar y Bakhmut, aparecen probablemente como el último gran enfrentamiento antes que el invierno obligue a una guerra diferente, más bien de posiciones que de movimiento. Lo que no cambia es que todos saben que hay una guerra larga en el horizonte. La pregunta es ¿que vendrá después?: ¿Negociación? ¿Ventajas para alguno en la primavera?

Desde hace un par de meses parece una guerra estancada en el mapa. Incluso, cuando uno de los dos ha anunciado avances, incluyendo algunas victorias espectaculares de los ucranianos, poco se mueve en la posesión territorial de ambos. La guerra no aparece con un ganador claro, ya que en el Donbas se lucha por metros más que por kilómetros, y muchas de las batallas más conocidas, en la práctica se disputan en ciudades destruidas y casi sin habitantes.

Es una guerra en la que los supuestos no han cambiado. El primero y gigantesco, es que fue provocada por Rusia con una invasión violatoria del derecho internacional, y donde el desempeño ucraniano ha superado toda expectativa previa en defensa de su territorio, pero que en definitiva es una guerra por aproximación entre la OTAN, fundamentalmente Estados Unidos, y Rusia, con el agregado que hay una línea roja que no ha sido traspasada, ya que no hay tropas de países occidentales en el terreno.

Es una guerra que ha tenido como consecuencia una alianza que nunca había existido en la historia, ni siquiera cuando ambos eran comunistas en la Guerra Fría, ya que más bien fueron adversarios ideológicos: se trata de la alianza de hecho entre Rusia y China, con Rusia como socio menor, y destinada a tener impacto futuro en perjuicio de USA, en condiciones que la gran confrontación es por el cetro de superpotencia del siglo XXI, entre China y Estado Unidos.

Ese gran creador de frases que permanecieron en el tiempo que fue Winston Churchill, en la época de la Unión Soviética decía que Rusia es “un acertijo envuelto en un misterio dentro de un enigma”, y la forma que se ha desarrollado la guerra parece darle la razón.

La frase parece vigente considerando las equivocaciones que ha habido con Putin. Las sanciones económicas no han producido el efecto esperado, y la maquinaria bélica de Moscú no se ha detenido, como tampoco se ve escenario alguno de pérdida de poder por parte de Putin en el Kremlin, a pesar de todos los anuncios al respecto, al parecer, solo intenciones. Mas aun, todo indica que a no ser que exista una derrota catastrófica de Putin, otro líder o régimen continuaría con la demanda pendiente desde el término de la guerra fría: un acuerdo de seguridad con Rusia como sucesor de la ex Unión Soviética. De hecho, existe continuidad en las demandas territoriales desde el Zar a Putin, incluyendo la etapa comunista.

Tampoco ha habido una unión mundial para castigar a Rusia, y más bien parece una del occidente desarrollado, ya que el tercer mundo se presenta más bien neutral, sin unirse al boicot, como lo demuestran la India, África y la mayoría de América Latina. También, parece no haberse medido bien la respuesta rusa y lo destructiva que ha resultado, sobre todo para Europa, el uso del garrote a través del tema energético, sobre todo del gas, como también del binomio de alimentos y fertilizantes, con sus consecuencias económicas en el mundo subdesarrollado.

Si Occidente ha cometido errores, mayores han sido los de la propia Rusia, donde ha existido un fracaso militar en relación con sus objetivos iniciales, y la maquinaria bélica no ha resultado tan temible como se suponía, apareciendo como fuerzas armadas todavía en el marco soviético, sin haber hecho la necesaria modernización. Ha fracasado su logística y ha demostrado serias fallas en inteligencia y altos niveles de corrupción.

Todo indica que no esperaron nunca el nivel de resistencia ucraniana, como tampoco la rehabilitación de una alianza que parecía no tener destino como la OTAN, medido también en países tradicionalmente neutrales que han abandonado esa política como son los casos de Suecia y Finlandia.

El fracaso ruso fue doble, en lo que se esperaba que fuera un paseo hacia Kiev y volvió a padecerlo cuando decidió concentrarse en el Donbas, territorio que había ocupado parcialmente a partir del 2014, y totalmente en el caso de Crimea.

Por último, hasta el minuto tampoco ha logrado su objetivo de romper la unidad europea, ya que su control de la energía le pareció que era un elemento lo suficientemente fuerte como para que el apoyo a Ucrania fuera disminuyendo.

Por lo tanto, es una guerra estancada, donde las partes no van a obtener su objetivo principal, ya que no parece que Rusia se retire del todo como tampoco que Ucrania acepte que se le cercene parte importante de su territorio.

Esta guerra muestra la vigencia de Sun Tzu, ese filósofo y estratega militar de la antigua China, que hace más de dos milenios y medio explicara que las guerras solo se acaban cuando desaparece el deseo de combatir en las partes, lo que claramente no ha ocurrido.

Si eso no fuera así, estaríamos en el caso clásico de una guerra o invasión destinada a concluir en la mesa de negociaciones, ya que los objetivos de quienes se enfrentan no parece que puedan ser logrados por ninguno de los dos. Tampoco por Estados Unidos, en cuya actitud mucho influye una narrativa sin fundamento de los demócratas, según la cual Trump habría derrotado a Hillary gracias a Putin.

Zelenski asegura que puede derrotar a Rusia y obligarla a retirarse, requiriendo para ello mejor armamento, lo que no parece fácil, en momentos en que se dificulta la entrega de armamento más avanzado, ya que hoy significa sacar esas armas del uso de los países a quienes se ha solicitado, y ello, incluye a quienes como Estados Unidos y Gran Bretaña, adquirieron a inicios de la década del 90 un compromiso no cumplido con Ucrania de garantizar su unidad territorial a cambio de la destrucción de su armamento nuclear.

Esta situación también genera diferencias entre los países de la OTAN, tal como lo muestra el caso de la negativa de Alemania para le entrega de tanques Leopard.

Por su parte, Rusia ha anunciado que el número de efectivos bélicos será aumentado a través del reclutamiento, al mismo tiempo que en esta invasión ha reforzado el uso de tropas mercenarias, mientras que Ucrania acepta y utiliza a extranjeros, a los que presenta como voluntarios. Un ejemplo de la decisión de Putin de continuar la guerra se demuestra en el reciente nombramiento de Valery Gerasimov, jefe de estado mayor y el militar más cercano a Putin, como encargado directo de la invasión, que es, sobre todo, una comunicación política que la voluntad de dividir a Ucrania se mantiene, no para recrear la desaparecida Unión Soviética, sino la Rusia histórica. Es también un seguro de su confianza, si se llega al armamento nuclear táctico.

Esa es la realidad, la de una guerra donde se mantiene la esperanza de ambos de ganar, aunque hoy parezca una fantasía. Se seguirán estudiando las razones del fracaso ruso en lograr la “solución rápida” y donde, cada vez se habla más de “guerra” en Moscú en vez de movilización “especial”.

La negociación no se ve fácil ya que significa hacerlo con Putin, y retomar su petición pendiente de discutir un rol especial para Rusia como sucesor de la ex URSS. Tampoco se ve claro si Europa seguirá apoyando sin condiciones a Ucrania, y en caso de que el gas haga dudar, ¿será Kiev presionado para negociar?

A mi juicio, la primera guerra global del siglo XXI se mantiene estancada, a la espera de los cambios que se produzcan después del paso del General Invierno. Por ahora, se ha generado un escenario donde la invasión ha hecho reaparecer la importancia de la geopolítica, desplazada durante algún tiempo por una globalización que equivocadamente parecía tener solo una racionalidad económica.


«Las opiniones aquí publicadas son responsabilidad absoluta de su autor».