Por: Luis Gonzales Posada - 01/10/2025
El presidente de Colombia, Gustavo Petro, tenía derecho a expresar libremente sus puntos de vista sobre temas internos o de política exterior en el discurso pronunciado ante la 80 Asamblea General de la ONU.
Lo hizo con firmeza y sin restricciones, cuestionando agresivamente a Israel y Estados Unidos por la crisis palestina.
Pero a lo que no tenía derecho el mandatario colombiano era a salir a las calles de Nueva York para participar, megáfono en mano, en manifestaciones contra ambos gobiernos, calificándolos de "genocidas" y demandando, al mismo tiempo, que los soldados norteamericanos desobedecer las órdenes de su comandante en jefe, Donald Trump.
Esas estridentes y torpes declaraciones no solo constituyen una grave intromisión en asuntos de competencia interna de otro Estado, sino que alientan la desobediencia militar, el desacato, la insubordinación, ante lo cual USA ha procedido a retirarle la visa, al igual que a varios miembros de su gabinete ministerial solidarios con el demagogo berzota.
Sin duda, el objetivo del ex guerrillero apunta a capitalizar ese incidente y la desertificación norteamericana a su país por no combatir el narcotráfico.
Así ha procedido, con cálculo y alevosía, el farfante político para ganar titulares y proyectarse como el
líder antiimperialista del hemisferio,
banderas que levantará en las próximas elecciones presidenciales y legislativas, en circunstancias que 64% de ciudadanos desaprueban su gestión y 29% lo respaldan. (ganó con 50.44% de votos)
Su conducta siempre ha sido camorrera y desleal.
Cuando en 2023 fue invitado a España, antes del viaje lanzó una incendiario discurso contra los anfitriones expresando que "el pueblo luchó para liberarse del yugo español, de destronar reyes, duques y príncipes, de acabar con privilegios, de acabar con un régimen productivo de esclavistas que condenaban al hombre negro a ser esclavos a perpetuidad".
Asimismo, los calificó de "genocidas", afirmando que durante la Conquista "millones de personas murieron asesinadas, o por la enfermedad que traían. Los españoles no fundaron civilizaciones, iniciaron masacres", sostuvo.
A pesar de las ofensas, Madrid no retiró la invitación a Petro, proyectando una asombrosa debilidad diplomática
Más bien, el agresor resultó gratificado porque al llegar a Madrid fue recibido con honores. Lo trasladaron en un lugoso Rolls Royce Phanton IV escoltado por 40 jinetes del Escuadrón de la Escolta Real y alojaron en el Palacio del Prado.
No agredeció esas deferencias sino que expresó burlonamente
que "anoche, durmiendo en la casa donde dormía Franco, se me llenó de pesadillas la cabeza".
A pesar de esas irrespetuosas alusiones, la gira continuó, rauda y pomposa.
Los Reyes Felipe y Letizia ofrecieron a la delegación colombiana una cena de gala e impusieron a Petro la Gran Cruz de la Orden de Isabel La Católica y después la Universidad de Salamanca le otorgó la más alta condecoración de esa prestigiada casa de estudios, premiando, así, incomprensiblemente,el insulto y la violencia verbal contra sus compatriotas.
Ahora Washington ha procedido como corresponde al no autorizar que ingrese a su territorio.
Los peruanos conocemos bien a Petro por entrometerse en la política nacional para respaldar al fallido golpista Pedro Castillo, de quien dijo que lo depusieron por "ser pobre y de izquierda", una narrativa falsa, al igual que la descocada versión del mexicano Lopez Obrador, quien afirmó el disparate de que el chotano resultaba un personaje inaceptable para los ricos limeños porque podía afectar sus privilegios y grandes intereses económicos.
Por esa circunstancias no tenemos relaciones diplomáticas con México ni con Colombia y esperamos que ese estatus se mantenga hasta el próximo gobierno nacional.
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