
Por: Luis Beltrán Guerra G. - 17/11/2025
La imaginería es una palabra, no únicamente, poco usada, sino, también, problemática en lo que respecta a su significado.
En el prestigioso portal Infoabe el periodista argentino Fermín Filloy, con amplia experiencia en redacción y producción de contenidos, escribió en noviembre del 2025, que científicos del Reino Unido encontraron que “no hay una diferencia categórica entre lo que las personas perciben y lo que imaginan”. El título de su ensayo ¿Imaginación o realidad?: ambos procesos pueden confundirse en el cerebro según la ciencia. Quien estas líneas escribe acudió a algunas fuentes, constatado que se hace muy poca referencia al vocablo “imaginería”, pero si a “imaginación”, cuyo ligamen pareciera obvio. A la ultima se le define como “la posibilidad de evocar o producir imágenes independientemente de la presencia del objeto al cual se refieren”, atribuyéndose a San Agustin el acero de que “las imágenes son originales por las cosas corpóreas y por medio de las sensaciones que, una vez, percibidas, se pueden recordar con gran facilidad, distinguir, multiplicar, reducir, extender, ordenar, trastornar, recomponer del modo que plazca el pensamiento”. Hasta aquí, tanto el leyente como quien escribe han de estar obviamente confundidos, por lo que acudiendo a la IA, como que nos entramos en un escenario más claro: 1. “La "imaginería" se refiere a dos conceptos principales: el arte de crear imágenes religiosas en madera y el uso de recursos literarios para crear imágenes sensoriales en la escritura, 2. También puede referirse a la capacidad de una persona para imaginar o visualizar y al conjunto de imágenes usadas por un autor y 3. la imaginería en la literatura se refiere al uso del lenguaje descriptivo para crear experiencias sensoriales para el lector. Asumamos, en aras de esclarecer las dudas, que este ensayo encuentra justificación en la última apreciación y que consecuencialmente quedaría contestada la pregunta formulada en el título. Gracias, por tanto, a la IA.
A la luz de las apreciaciones anteriores, hemos de afirmar que este ensayo propende a precisar si lo que actualmente está sucediendo en America Latina y muy particularmente en Venezuela, de donde somos, pudiera calificarse como “una imaginería” y no, precisamente, “literaria”. No es serio considerarle, tampoco, como “festejos comunitarios”, como se lee, uno de los comportamientos sociales más universales entre los seres humanos”. Se trata nada mas y menos que de la presencia en el Caribe de una importante flota militar de los EEUU, primera potencia del mundo y como jamás había ocurrido. La historia recuerda un evento en 1902, el cual terminó llamándose “el bloqueo extranjero”, bajo el gobierno del General Cipriano Castro, en aquella tan incipiente república, que el llamado a gobernarla debía ser un militar y quien leyera ante el evento: “La planta insolente del Extranjero ha profanado el sagrado suelo de la Patria. Un hecho insólito en la historia de las Naciones cultas, sin precedentes, sin posible justificación, hecho bárbaro, porque atenta contra los más rudimentarios principios del Derecho de Gentes, hecho innoble, porque es fruto del contubernio inmoral y cobarde de la fuerza y la alevosía, es el hecho que acaban de realizar en la rada de La Guaira hace pocos momentos las Escuadras alemana e inglesa: sorprendieron y tomaron en acción simultánea y común, tres vapores indefensos de nuestra armada que habían entrado en dique para recibir reparaciones mayores. ¿La causa amigo lector? El cobro de una deuda impagada por Venezuela. La presencia de Estados Unidos, como la esgrimen sus autoridades, incluyendo, al propio Jefe de Estado, es “una férrea lucha dirigida a exterminar el tráfico de las dañinas sustancias estupefacientes, entre ellas, cocaína, fentanilo y algunas otras especies”, cuyo consumo, en criterio de las autoridades americanas está causando una verdadera mortandad en los habitantes del “norte”. Suena extraño, ha de señalarse, que no se haga referencia a los inmensos volúmenes de dinero, que como notoriamente sabido, generan las señaladas actividades, capaces de alterar a la economía más sólida del universo.
Será oportuno, ante el escenario, preguntarse ¿Es una guerra sin cartel?, alternativa que define con la preparación que le caracteriza el excelso constitucionalista ecuatoriano Rodrigo Borja: “Es una expresión que significa “guerra implacable” o “lucha a muerte” y que, en sentido figurado, se usa frecuentemente en la vida política. Su origen está en la Convención III, aprobada por la Conferencia de Paz de La Haya en 1907, que codifica una serie de normas para las acciones de la guerra a fin de evitar la violencia innecesaria y limitar los efectos destructivos o crueles de ella. El maestro prosigue indicando que entre las pautas del citado instrumento internacional están: 1. No matar a los combatientes heridos o enfermos y los que se rindan y entreguen las armas, merecedores de protección humanitaria en los cuarteles enemigos y 2. A ello se contrae la frase “dar cuartel”. Asimismo opina que tales son las normas de la guerra aceptadas universalmente. Para Borja, cuando en la política se dice que la “lucha será sin cuartel” significa hasta el final sin importar las consecuencias, incluyendo, la liquidación del adversario, no obstante que se rinda o pida tregua.
Ha de tenerse presente, asimismo, que otra de las penalidades concurrentes consiste en “el decomiso de dinero y bienes por narcotráfico, para la IA “una medida legal que consiste en que el Estado incauta y retira la propiedad de bienes que están vinculados a actividades delictivas, como dinero, vehículos, inmuebles y otros objetos de valor. El objetivo principal es desmantelar las finanzas de las organizaciones criminales, privándolas de sus activos y disuadiendo futuras actividades ilícitas, como concluye IA.
La magnitud de la presencia militar en el Caribe ha sido puesta de relieve por el antes citado Portal Infoabe, en principio, el de mayor numero de seguidores, por lo menos, en America Latina. Esta es la apreciación: “Una operación sin precedentes en el Caribe”… ha cobrado fuerza en los últimos meses… la creación de una fuerza de tarea conjunta antinarcóticos, bajo el paraguas del Pentágono, destinada a desarticular cárteles en el mar Caribe, también bajo la órbita del Comando Sur. Es de observar que esta apreciación es sostenida mayoritariamente y sin excepciones o muy pocas.
El acontecimiento, por demás extraordinario y pocas veces visto, conduce a preguntarse si se extenderá a otros países de America Latina, dada la presunción, casi “ure et de ure”, esto es, aquel acontecimiento obvio y evidente, por lo que no admite prueba en contrario, de que el trafico de estupefacientes, como en casi toda la humanidad, es un mal que ondea en el citado continente, por no decir, en todo el globo terráqueo.
En tal sentido no puede dejar de preguntarse si el combate al narcotráfico como motivo, públicamente, aceptado por los EEUU para la planificación militar que adelanta, no lleve aparejado consecuencialmente la restauración de la democracia en America Latina, en cuyos países, con excepción de muy pocos, los gobiernos son transgresores ordinarios de las constituciones y de las pautas democráticas o de la elaboración o interpretación de la Ley de Leyes, a fin de estatuir regímenes atípicos. Es difícil atreverse a expresar, pero provoca, ante tanta incertidumbre, si a operación “Lanza del Sur”, la cual, como se lee (Infoabe) combina buques de guerra, tecnología robótica y aeronaves no tripuladas, no pudiera incluírsele un “acápite” referido al establecimiento en el citado continente de régimen políticos estables, derivados del ejercicio de la voluntad popular, pero dotados de una planificación económica que haga realidad un desarrollo social armónico.
Los realistas, a pesar, de que puedan llamarnos “pesimistas”, tal vez, encontremos un cierto alivio indagando bastante más con respecto a la veracidad de la interrogante “LA IMAGINERIA ¿SERÁ COSA SERIA? Pero, como que tiene sentido preguntarnos, tanto en lo que respecta a la lucha contra el narcotráfico, pero, adicionalmente, con la puesta en práctica de democracias verdaderas en un continente donde ya se encuentran.
¿Quién tiene la última palabra, como que vale la pena preguntarse. Pareciera obvio que EEUU, en principio, garante de la paz en la humanidad, o nosotros? La ecuanimidad como que induce a responder “ambos”.
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