El Jurásico argentino

Beatrice E. Rangel

Por: Beatrice E. Rangel - 06/05/2025


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Argentina tiene una imagen en el mundo de país civilizado en el cual las instituciones democráticas han resistido todas las embestidas de los enemigos de la libertad incluyendo los partidarios del autoritarismo o del totalitarismo representados unos por el estamento militar y el otro por un movimiento guerrillero que francamente rayó en el vandalismo. Para todos los no argentinos es el país donde el retiro es casi tan grato como en una nación de Europa. Y hasta hace muy poco esa nación era líder en educación sobre todo en la formación primaria y secundaria. Recuerdo haber usado textos para el aprendizaje de la lecto escritura de factura argentina y esto fue hace más de cincuenta años. Sus avances científicos son indudables y su espíritu emprendedor es reconocido por propios y extraños.

Sin embargo, hoy en la Argentina rural o la Argentina profunda como diría Don Rómulo Gallegos impera la barbarie en su mas decantada forma. Esa barbarie se expresa en poca o ninguna protección para los trabajadores; en establecimientos educativos de baja calidad; en servicios de transporte publico virtualmente inexistentes y lo peo:r ausencia de estado de derecho. En provincias como Santiago del Estero, Chaco y Formosa los representantes del estado usan esa posición para hacerse con bienes materiales que les permitan ascender súbitamente en la escala social; visitar Disney World y adquirir autos y relojes de lujo como los que se ven por las calles de Dubai. Los métodos para alcanzar este Nirvana son los de la corrupción tradicional que en nuestro hemisferio no pareciera nadie querer combatir salvo los Chilenos; los Uruguayos, los Costa Ricenses y los habitantes de Barbados. Pero en el caso de estas provincia dichos métodos vienen acompañados de un genial subterfugio: la privatización de la expropiación. Las autoridades identifican un fundo, un edificio o una casa que les atrae. Se buscan títulos emitidos por autoridades coloniales y disponen el uso de la fuerza publica para desalojar de sus propiedades a los dueños legítimos. Así lo acaba de registrar luego de dos años de investigaciones el presidente del Comité de Derechos Humanos del Interamerican Institute for Democracy, Armando Valladares. En Santiago del Estero el Presidente del tribunal Supremo de Justicia se encaprichó con el fundo de 30 hectáreas de Manuel Asencio Ardiles. Acto seguido se buscó un documento sin legitimidad alguna expedido en el siglos XIX según el cual una supuesta tía suya era la propietaria del fundo. Con el documento en mano se ordenó el despojo del fundo. La fuerza publica se encargó del desalojo de la familia Ardiles y las destrucción de todas sus posesiones. El Sr Ardiles cayó en una depresión que le llevó a la muerte. Pese a que existe una denuncia cursada por Valladares ante las autoridades competentes de Santiago del estero, hasta la fecha ninguna autoridad de ha intervenido para establecer el debido proceso, restituir la propiedad a los legítimos herederos del Sr Ardiles y compensarles por el despojo. Peor aún desde que se instaurase en el poder el actual gobernador Gerardo Zamora el despojo ha sido la política apoyada desde la gobernación. Y se practica libremente contra los dueños de pequeños fundos que explotan una agricultura de subsistencia.

El régimen imperante en Santiago del Estero es de corte feudal y su capacidad para oprimir a los ciudadanos transformándoles en siervos de la gleba es extrañamente tolerada por las diversas administraciones que han presidido el periodo democrático iniciado con Raul Ricardo Alfonsín. Llama la atención que entre el listado de problemas a resolver ninguna haya escogido atender este Jurassic Park a la argentina que oprime al 20% de la población porque se extiende más allá de las tres provincias mas pobres. Y quizás la explicación de esta deformidad republicana se encuentre en la capacidad de los capos locales para lograr que el estado federal se abstenga de intervenir a cambio de enviar votos a las corrientes políticas “ganadoras”. En una sociedad polarizada los márgenes de votación importan y deciden y otorgan poder a quienes los saben explotar. Y mientras esta situación prevalezca Argentina continuará siendo teatro de operaciones de sistemas feudales que solo sirven para coartar el desarrollo democrático y negar la libertad a sus ciudadanos mas débiles.


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