Cuba: end of the rope?

Beatrice E. Rangel

Por: Beatrice E. Rangel - 2021/07/24

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Con una efectividad imprevista y metas claras, el pueblo de Cuba decidió que ya estaba harto del régimen depredador que conoce desde hace más de seis décadas. Este movimiento de protesta es el más reciente organizado en América Latina, cuyos países han pasado por estallidos de violencia a lo largo de 2019 y 2021 y 2020 se ha librado de tales desarrollos por los bloqueos asociados con la lucha contra Covid 19.

Y si bien la revuelta del pueblo cubano es la más reveladora dada la exitosa asfixia de la libertad protagonizada por el régimen de Castro, presagia el fin de una época en América Latina que comenzó en el siglo XVI y ha definido el carácter político de la región y su trayectoria económica. .

Con la excepción de Costa Rica, Uruguay, Chile y Barbados, la región ha sido retenida por las estructuras políticas corporativistas y las prácticas económicas mercantilistas establecidas por España y Portugal cuando el Papa Alejandro Vi decidió cederles la posesión territorial de las Américas.

Estas instituciones fueron diseñadas para aplastar la iniciativa individual a favor del gobierno estatal mientras extraían renta de Terranova para construir el poder europeo de España y Portugal. La independencia de España no derribó la camisa de fuerza. Sin duda, para entonces se habían consolidado las élites poderosas. Derivaron su exitoso estatus económico del corporativismo. No estaban dispuestos a renunciar a los privilegios en favor de la libertad. Así, toda la región se vio envuelta durante la mayor parte del siglo XIX en guerras intestinas libradas con el pretexto de que se estaba creando un orden republicano. Aquellas facciones que se habían comprometido mejor en el comercio y tenían excedentes apilados de forma segura en Europa se impusieron y la libertad se mantuvo a raya con éxito. Y …… el crecimiento económico y la movilidad social fueron secuestrados de manera segura. Con el tiempo, a medida que la agricultura dio paso a la industria manufacturera, los trabajadores comenzaron a exigir mejores salarios y seguridad social. Una vez más, las intratables élites latinoamericanas se mantuvieron firmes en el statu quo. Y lentamente a través de los siglos la narrativa que el estado conoce mejor que el individuo se fue imponiendo en la región.

La Segunda Guerra Mundial dio lugar a un nuevo orden mundial donde la libertad se enfrentó al totalitarismo. Sin embargo, el estatismo reinaba en América Latina. Los países más prósperos, Argentina y Cuba, fueron víctimas del malestar político derivado de la falta de libertad y movilidad social. En Argentina se instaló el dominio militar. En Cuba un régimen nacido de la lucha contra la dictadura pero con claros designios totalitarios. Estos fueron inteligentemente encubiertos como nacionalismo hasta que llegó el momento de explotar la situación geopolítica y se volvieron comunistas. Bajo el patrocinio de la Unión Soviética, Cuba fue tomada por Castro y sus seguidores para construir una sociedad que carece de todo lo que un ser humano necesita para ser libre. Pero la narrativa que creó resonó en la gente de América Latina que se sentía excluida del desarrollo. Las narrativas son la munición de las guerras posmodernas que a partir de la percepción crean realidades. Además, la narrativa posicionó a Cuba como el David luchando contra el Goliat estadounidense. La mayoría de las naciones latinoamericanas y de Europa se volvieron partidarios. Las naciones latinoamericanas porque sus élites no tenían posibilidad de tener éxito en competir en el comercio internacional, los europeos porque, salvo el Reino Unido, nunca aceptaron verdaderamente que Estados Unidos fuera su libertador. Y a medida que pasó el tiempo, Castro tomó el poder y exportó problemas al hemisferio occidental. Solo Venezuela denunció los abusos cubanos en la década de 1960. En 1991 su protector se derrumbó y para 1998 Castro había reinventado el totalitarismo con financiamiento de Venezuela. Se crearon organizaciones multilaterales para sembrar problemas en las democracias prósperas. Cuando Venezuela se derrumbó bajo la fracasada fórmula de desarrollo concebida por Castro, Cuba se queda sin medios para financiar problemas y con las mismas instituciones que vieron la luz en el siglo XVI y que ahora no pueden contraatacar por dos razones. Primero, estamos en la economía digital y los cubanos ahora están conectados con el resto del mundo por sus propios medios. En segundo lugar, los jóvenes cubanos que se establecieron en Estados Unidos después de escapar de Cuba se han convertido en pequeños y medianos empresarios que han aprendido a explotar las propiedades comerciales de Internet. Y durante los años de la inauguración de Obama estuvimos ocupados trayendo a Cuba módems, teléfonos inteligentes reciclados; cargadores y tarjetas telefónicas. El pueblo de Cuba ha creado una red de intercambios con el mundo exterior que les ha pensado, entre otras cosas, que Estados Unidos no es un asesino de vampiros sino una sociedad libre donde sus familiares prosperan, por lo que han decidido que un estatus de clase media es alcanzable cuando el régimen se sacude. Y ahora están ocupados haciendo precisamente eso. En el proceso, serán los primeros latinoamericanos en destruir los principales elementos de la narrativa castrista. Que el estado pueda proveer para todos; que la libertad no es necesaria y que Estados Unidos es un enemigo. Oremos ahora para que Estados Unidos juegue sus cartas. Y al hacerlo, despejando el camino para construir instituciones democráticas que pongan fin al legado de la España y Portugal medievales.

“Las opiniones aquí publicadas son responsabilidad exclusiva de su autor”.


«Las opiniones aquí publicadas son responsabilidad absoluta de su autor».