Por: Carlos Sánchez Berzaín - 14/09/2025
La geopolítica que toca a los 35 países de las Américas está cambiando. Las relaciones entre el poder político y el territorio, marcadas por quién y cómo se asume y ejerce el poder político fueron difusas y contrarias a la democracia en lo que va de este siglo, permitiendo que el crimen organizado detente el poder por medio de la expansión de la dictadura de Cuba y la penetración de China, Rusia e Irán. La nueva política exterior de Estados Unidos cambia la geopolítica regional y busca poner al crimen fuera del poder político.
Recordemos que “la geopolítica es la ciencia política y estratégica que estudia las relaciones entre el territorio y el poder político”. Se articula mediante la política exterior de los Estados, que es “el conjunto de acciones diseñadas y aplicadas por un gobierno para promover, defender y hacer prevalecer los intereses de su país en el ámbito internacional”.
La década de los noventa del siglo pasado, fue un tiempo de fortalecimiento y consolidación de la democracia en las Américas, marcada por la caída del muro de Berlín, la extinción de la Unión Soviética y la finalización de la Guerra Fría con el triunfo del capitalismo sobre el comunismo. De los 35 estados de la región, 34 eran democracias y solo Cuba terminaba el siglo XX como dictadura en crisis. Pero el escenario cambió cuando Hugo Chávez llegó a la presidencia de Venezuela en 1999 y produjo la recuperación y expansión de la dictadura cubana y cambiando la geopolítica regional.
Los primeros 25 años de este siglo en las Américas, están marcados por la expansión de la dictadura de Cuba, que llegó a liderar Latinoamérica en la Cumbre de las Américas de Panamá 2015. El acuerdo entre Hugo Chávez, Fidel Castro y Lula da Silva que inició operaciones con bajo perfil en 1999, se convirtió en un poderoso sistema —hoy socialismo del siglo 21 o castrochavismo— en base al petróleo de Venezuela, la experticia subversiva y criminal de Cuba que implantó y exportó su metodología de terrorismo de Estado, la corrupción transnacional con recursos federales de Brasil bajo mando de Lula conocida como Lava Jato, la retirada de Estados Unidos de la región con su cambio de política exterior luego de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, actividades criminales desde el poder con impunidad, la persecución de líderes democráticos, la destrucción del sistema de partidos y más.
Pasamos de una dictadura en 1999 hasta cinco con Cuba, Venezuela, Ecuador, Nicaragua y Bolivia, de las que solo Ecuador retornó a la democracia por la valiente acción del presidente Lenin Moreno. Un escenario geopolítico en que las dictaduras son narcoestados liderados por Cuba con su principal plataforma en Venezuela, que abrieron la región a las dictaduras de China, Rusia e Irán, que desestabilizan las democracias —incluyendo a Estados Unidos— con operaciones de “guerra híbrida” que comprenden desde las migraciones forzadas, narcotráfico, delincuencia común transnacionalizada, tráfico de personas, hasta la desestabilización interna, la penetración de instituciones, terrorismo, asesinatos y más, con discurso antimperialista y legitimación del delito.
Por cuestiones de seguridad nacional la política exterior de Estados Unidos ha cambiado identificando a los agresores en materia de migración forzada, narcotráfico, terrorismo y otros delitos, rompiendo la coartada de encubrir el crimen en el poder político dictatorialmente usurpado, como sucede con el “Cartel de los Soles” que controla Venezuela. Varios países como Argentina, Perú, Ecuador, República Dominicana, Paraguay, Costa Rica, han asumido la misma política exterior señalando al grupo narco-terrorista que somete a Venezuela, mientras que regímenes de Cuba, Bolivia, Nicaragua y de Colombia, Brasil, México, Honduras amparan al señalado cartel.
En la lucha contra la delincuencia común transnacionalizada Ecuador, Chile, El Salvador, Perú y otros, han tomado medidas de aplicación de la ley, e incluso México ha procedido a la extradición de acusados de narcotráfico que había resistido alegando soberanía. Gobiernos y regímenes de toda la región entienden que el crimen debe dejar de detentar el poder político y hay una creciente —antes ausente— eficiencia en la lucha contra el crimen.
La presencia de inversiones de China, la expansión de la “ruta de la seda”, sus operaciones en el Canal de Panamá y en importantes espacios de diferentes países de Latinoamérica están bajo observación. La presencia y expansión de Irán es develada en toda la región. Lula, usando el poder de Brasil, continúa tratando de mantener el statu quo con discurso nacionalista y anti dólar. El régimen se debilita en Bolivia, donde parece que perderá el gobierno, pero no está dispuesto a perder el poder. La mayor tensión se concentra en las operaciones militares de EEUU en el Caribe respecto al narco-terrorismo del Cartel de los Soles, y más.
La realidad objetiva ha cambiado, el crimen está identificado y será separado de la política y del poder, las dictaduras se debilitan y los pueblos aceleran la recuperación de su libertad, los gobiernos se realinean en la lucha contra el crimen y la geopolítica ya es otra.
*Abogado y Politólogo. Director del Interamerican Institute for Democracy
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